jueves, 13 de junio de 2013

CAPITULO 3

Nos despertamos con las primeras luces del alba. El pequeño reloj de mi mesilla marcas las 6:16, así que decidimos prepararnos para la dura misión que nos espera. Nos vestimos con el equipo que nos ha preparado la organización: Un conjunto completamente negro. Shorts, sandalias, diadema... Todo es negro. La única nota de color es la placa de la organización y la camiseta, que es del color del mar en una puesta de sol. Cuando ya estamos arregladas, bajamos a desayunar. El bufet es simplemente increíble. Cojo un plato y me sirvo una tostada con mantequilla y mermelada de fresa, un zumo de naranja y un dulce de chocolate. Me siento y empiezo a desayunar. Está todo tan rico que me lo acabo en un tiempo récord. Repetiría, pero es hora de ponerse en marcha. Salimos del hotel y nos dirigimos a nuestro primer destino: La playa de Miami. Es increíble que nuestro jefe nos haya mandado a la playa. Nuestra misión es la siguiente: todos los soñadores perdidos tienen una identificación, y es un ojo de cada color. Sí, aunque sea poco creíble, todos los soñadores tenemos un ojo de cada color. Yo tengo uno violeta y el otro verde, y Nimue tiene uno azul y otro marrón. Otro de nuestros rasgos característicos son unos enormes ojos y una mecha plateada en el pelo. Sí, plateada. Hay veces que las mechas plateadas quedan bien, como en mi caso, ya que mi pelo rubio queda muy bien con el plateado de mi mecha. Pero otras... No sé a quién se le ocurrió esta idea. Pero que le vamos a hacer...
Comenzamos a andar por el paseo marítimo de Miami. Es una pena que no podamos bajar a pasar el rato en la playa. Andamos durante hora y media sin resultado alguno. Decidimos dejarlo y parar a comer, así que nos acercamos a un restaurante de la zona. Entramos y nos disponemos a pedir. En ese momento noto una mirada en mi espalda. "No puede ser", pienso. Me doy la vuelta muy lentamente, esperando que no me haya visto todavía, aunque no creo que tenga tanta suerte. Y, tal y como esperaba, me encuentro con la mirada verde brillante de aquel Creador al que creía haber dado esquinazo en el aeropuerto. Al parecer, no le ha resultado muy complicado volver a encontrarme. Me giro justamente cuando llega el camarero para tomarnos nota. Nimue pide primero. Se pide un plato de macarrones y una Coca-cola. Yo me pido una ensalada y un Nestea. Miro al camarero para darle las gracias y me doy cuenta de un pequeño detalle que me había pasado desapercibido. El camarero tiene una mecha plateada y un ojo marrón y el otro naranja.
-Soy Buscador, y moriré por mi causa-recito
El chico se me queda mirando. Me ha entendido, sabe que estamos de su parte.
-Moriré por mi causa-repite-. Veo que he dado con una pareja de Buscadoras. Me llamo Marc. Encantado.
-Yo soy Náyade, y ella es Nimue.
-Estamos buscando Buscadores para la organización.
-Ya veo. Debería de haberlo supuesto por vuestras ropas. ¿Qué os parece si os traigo la comida y hablamos más tranquilamente?
-No-digo, bajando la voz para que no me escuche el Creador-.Este no es un lugar seguro para hablar. Hay un Creador dos mesas por detrás nuestra. Deberíamos irnos.
-¿Nos siguen?-susurra Nimue-¿Cómo es posible?
-No lo sé, pero deberíamos marcharnos.
Mientras anulamos el pedido, Marc pide el resto del día libre con la excusa de que se encuentra algo mal. Salimos del restaurante y nos dirigimos al paseo marítimo. El Creador todavía estaba comiendo cuando nos hemos ido, así que tardará en dar con nosotros. Aunque, después de ver lo rápido que me ha encontrado, dudo mucho que tarde en dar con nosotros de nuevo, algo que nos pone a todos en peligro...


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